Small Cinderella.

Pequeña cenicienta, deja tu trapo y levántate del suelo. Es hora de vestirte. Te espera una nohe increible. Todos conocemos ya tu historia.
Sabes que es el turno de que tu madrastra entre en escena.
Te rasga las telas, rompe tu collar y te arranca el lazo que adorna tu preciosa melena. Corres. Te pierdes en el gran jardin de tu casa, la que en su dia fue tu hogar. Te sientas en ese banco y lloras. Pero como ya dije conocemos la historia y nada aun está perdido.
Tu hada madrina te abraza, hace que sonrias y te convierte en la mejor princesa de todos los cuentos. La princesa que mereces ser. Te montas en tu gran carroza tirada por caballos blancos y llegas justo en el momento de la elección.
Están invitadas todas las doncellas del reino. Nadie te conoce, pero algo en tí le llamó la antención y te sacó a bailar. Bailasteis toda la noche. Caminasteis por los mejores puentes del palacio.
Pero.... son ya las doce. Corre. Sal de allí o descubrirán quien eres en realidad. Pero deja algo, que te caracterice. Algo para que ese principe te vuelva a encontrar.
¿Qué mejor que tu zapatito de cristal?
Llegas a casa a tiempo. No hay nadie aún. Respiras tranquila. ¿Fue solo una noche mágica? No lo creo. Te enamoraste de aquel que te agarró de la mano, aquel que te miró a los ojos. Es el principe siempre soñado.
Pasan los días y llaman a tu puerta. Como siempre te toca abrir a tí. Es el principe y tu zapato. Callas. No dices nada. Tus hermanastras se lo prueban. Pero no. No es suyo.
Es tu turno.
Esta vez encaja a la perfección.